San Ignacio de Loyola, Claudio Coello

Día 14

Junio: Obediencia

Para que la obediencia sea completa, debe existir en tres aspectos: en la ejecución, haciendo pronta, alegre y exactamente lo que el Superior ordena; en la voluntad, queriendo nada más que lo que el Superior quiere; en el juicio, estando de la misma opinión que el Superior. -San Ignacio de Loyola

Cualquier orden que se le daba a Santa María Magdalena de Pazzi, ella la aceptaba siempre con un semblante alegre, y la ejecutaba con prontitud y exactitud. Y, lo que, es más, obedecía ciegamente, sin detenerse a indagar sobre el propósito y la razón de la orden, y si aquello u otra cosa sería mejor; porque, como decía, no se consideraría obediente, aunque cumpliera lo requerido, si no sometiera su propio juicio al de la Superiora. Y así, cuando recibía una orden, primero se aplicaba a juzgar y sentir como la Superiora juzgaba y sentía, luego inclinaba su voluntad a desear lo que ella deseaba; por lo tanto, no encontraba dificultad en realizar cualquier cosa, fuera lo que fuera. Una vez Nuestro Señor le ordenó vivir de pan y agua, andar descalza, y vestir una única prenda pobre y remendada; pero como la Superiora no consintió esto, ella se puso medias, zapatos y su vestido ordinario, y comió la comida habitual, en la medida de lo posible, hasta que por un evidente milagro Dios cambió la voluntad de la Superiora. Con esto mostró que confiaba más en el juicio de sus Superiores que en el propio, o incluso en las revelaciones.

El Abad Silvano amaba a uno de sus monjes, llamado Marcos, con un afecto especial. Cuando una persona vino un día a decirle que los demás estaban muy ofendidos por esto, lo llevó a las celdas de los monjes, y los llamó, uno por uno, por su nombre. Todos tardaron en aparecer, excepto Marcos, que salió instantáneamente. El Abad y su compañero entonces entraron en su celda, y encontraron que había estado escribiendo, y había dejado una carta a medio terminar para no demorar en responder a la voz de su Superior. Esto probó a todos cuán razonable era la preferencia del Abad por él.

"Tomo como modelo," decía San Francisco de Sales, "al pequeño Niño de Belén, que sabía tanto, podía tanto, y se dejaba guiar sin una palabra."