Caridad, Raphael

Día 8

Noviembre: Caridad

El amor de Dios es el árbol de la vida en medio del paraíso terrenal. Tiene, como otros árboles, seis partes: raíces, tronco, ramas, hojas, flores y frutos. Las raíces son las virtudes mediante las cuales se adquiere el amor en sí mismo, y las principales son nueve en número: 1. Verdadera penitencia y recepción de los Sacramentos; 2. Observancia de los Mandamientos y Reglas; 3. Temor de Dios; 4. Mortificación de las pasiones y apetitos; 5. Retiro y evitar la ocasión del pecado; 6. Examen de conciencia; 7. Humildad; 8. Obediencia; y 9. Caridad hacia nuestros prójimos. El tronco del árbol es la entrega de la propia voluntad a la voluntad de Dios. Podemos descubrir qué son las ramas por esas palabras: "Bajo la sombra de Aquel a quién había deseado, descansé". La primera de ellas es la fe viva, con la cual el alma puede contemplar de cerca al Sol de la Justicia sin deslumbrarse. La segunda es la verdadera confianza en la protección divina, mediante la cual uno puede escapar de la desesperación en medio de las adversidades. La tercera son los deseos ardientes, resoluciones firmes y otros actos interiores dirigidos continuamente a obtener el verdadero amor. La cuarta es la constancia en permanecer bajo este árbol. Las hojas son: 1. Nuevas gracias dadas libremente; 2. Dulzura interior, alegría, alegría espiritual, ternura o lágrimas; 3. Raptos y éxtasis, a los que se refiere en esas palabras: "El rey me llevó a la bodega". Todas estas cosas se llaman hojas, porque sirven como adorno al árbol y ayudan a madurar el fruto; y en el invierno de la aridez y la tribulación, caen, al igual que las hojas de un árbol, mientras que el amor de Dios permanece. Las flores son las obras y virtudes heroicas que produce el alma amante, y son lo que la Esposa pidió en las palabras: "Sostenedme con flores". Los frutos son las pruebas, aflicciones y persecuciones que el alma soporta con paciencia, cuando Dios se las da, o que incluso procura por sí misma, para servirle mejor, o para imitar a Jesucristo en el sufrimiento. - Santa Teresa

No es de extrañar que la Santa supiera tan bien cómo describir este santo árbol, ya que lo mantuvo plantado en su corazón y bien desarrollado en todos los aspectos.

La misma idea del amor fue sostenida por una buena monja de Nápoles, llamada Sor María de Santiago, cuya vida leemos que pensaba que se parecía a un hermoso árbol plantado en la buena tierra de las almas que lo poseen y que produce abundantemente las flores y frutos de obras santas. Uno de los principales de estos, decía, era el amor al prójimo, por el cual ella misma era notable, porque mantenía este hermoso árbol del amor divino arraigado en su alma.