Día 5
Noviembre: Caridad
"Cuando el amor a Dios adquiere el dominio sobre un alma, produce en ella un deseo insaciable de trabajar por el Amado; de tal manera que, aunque pueda realizar muchas y grandes obras y pasar mucho tiempo en Su servicio, todo parece insignificante, y constantemente se aflige por hacer tan poco por su Dios, y si pudiera aniquilarse y perecer por Él, estaría muy complacida. Y así se considera inútil en todo lo que hace y considera su vida como ociosa; porque, como el amor le enseña lo que Dios merece, por esta luz clara ve todos los defectos e imperfecciones de sus acciones, y de ellos deriva confusión y pesar. Y al sentir que su obra es muy pobre para ofrecerla a un Señor tan grande, está muy lejos de la vanagloria y la presunción, y de condenar a otros." - San Juan Crisóstomo.
San Vicente de Paul también fue incansable e insaciable en trabajar por Dios y hacerse aceptable a Sus ojos; nunca consideró que hubiera hecho lo suficiente para un Señor tan grande. Imitando a los Apóstoles, olvidó las buenas obras que había realizado en el pasado y centró todos sus pensamientos y esfuerzos en avanzar diariamente en el servicio de Dios.
San Carlos Borromeo fue notable por esta virtud. Mientras vivió, tuvo un deseo insaciable de honrar a Dios y de difundir y promover Su adoración, lo que lo impulsó a trabajar sin cansancio. Parecía rejuvenecer cada día, bajo labores que se sucedían sin interrupción. Mientras aquellos que lo acompañaban a menudo estaban agotados por la fatiga, él nunca dio la menor señal de ello, como si el trabajo fuera descanso y recreación para él. Además, después de todas las grandes empresas que realizó en el servicio de Dios, nunca se sintió satisfecho con lo que había hecho, sino que siempre inventaba nuevos métodos; nunca pensó ni habló de nada más que de Dios y de lo que pudiera contribuir a Su servicio y honor.