Día 30

Noviembre: Caridad

Entre los medios mejor adaptados para adquirir y preservar la unión y caridad con Dios y nuestro prójimo, ninguno puede ser mejor y más eficaz que la santa humildad, al rebajarnos por debajo de todos, estimándonos como los menos, los peores y los más bajos de todos, y no pensando mal de nadie. Pues, el amor propio y el orgullo son lo que nos lleva a sostener nuestras opiniones contra las de nuestro prójimo y así enfriar el amor que le debemos. - San Vicente de Paúl

Un predicador franciscano reprendió severamente en un sermón a un vicio del que un marqués presente en la congregación era culpable. Este último fue a ver al monje después del sermón, lo cargó de insultos y terminó diciendo: "¿Me conoces?" "Sí", respondió el Padre, "y considero un gran honor conocer a un noble como tú, para mí, que soy solo un campesino de nacimiento y el más humilde de los hombres", agregando otras cosas en su propia desvalorización. El marqués quedó pacificado por esta respuesta y se fue con lágrimas en los ojos y lleno de veneración por el sacerdote.

El Abad Motues se trasladó a una celda en un lugar llamado Eradion. Pero al ser molestado allí por otro monje y temer que no pudiera haber armonía entre ellos, regresó a su antiguo lugar. Los monjes de Eradion se entristecieron mucho por su partida y, después de un tiempo, fueron a buscarlo llevando consigo al que había tenido dificultades con él. Cuando estuvieron cerca de la celda del Abad, se quitaron sus prendas exteriores y las dejaron al cuidado de este hermano. Motues, al ver a los monjes, los recibió amablemente y preguntó qué había pasado con sus capas. Al enterarse de que estaban cerca, a cargo de su antiguo compañero, se alegró mucho e instantáneamente salió a su encuentro. Luego, arrojándose a sus pies, le pidió perdón y lo abrazó, llevándolo a su celda con los demás. Los retuvo a todos durante tres días y luego regresó con ellos a Eradion.