Caridad, William Adolphe Bouguereau
Día 19
Noviembre: Caridad
¡Oh, cuánto debe ser grande el amor que el Hijo de Dios tiene a los pobres! Porque eligió el estado de pobreza. Quiso ser llamado el maestro de los pobres y cuenta especialmente como hecho a Él mismo todo lo que se hace por sus pobres. -San Vicente de Paúl
Aunque este Santo amaba a todos los hombres, se puede decir que amaba especialmente a los pobres; los llevaba a todos en su corazón; los amaba más que a un padre, de modo que este afecto tan tierno le causaba una gran simpatía por sus miserias y un esfuerzo constante por aliviarlas. Cuando se encontraba con algún caso de necesidad, su corazón se llenaba inmediatamente de compasión, y sin esperar a ser solicitado, pensaba en algún método de ayuda; de modo que su principal preocupación parecía ser ayudar a los necesitados y asistir a los pobres. Lo demostró mientras hablaba un día sobre el mal tiempo, que amenazaba con causar una gran escasez de alimentos. "¡Ah!", exclamó con un suspiro, "¡cuánta ansiedad siento, no tanto por mi Congregación, como por los pobres! Saldremos a pedir alimentos para nuestras casas, o serviremos como vicarios en las parroquias; pero ¿qué harán los pobres? ¿A dónde pueden ir? Digo con verdad, que esta es mi mayor aflicción y prueba".
Lo mismo puede decirse de San Francisco de Sales, con la adición de que mostraba una preferencia positiva por los pobres sobre los ricos, tanto en cosas temporales como espirituales, ya que los consideraba, según decía, como personas abandonadas por el Señor a nuestro cuidado. Muchos otros Santos fueron notables por su ternura hacia los pobres. La hermana María Crucificada le decía a menudo a su abadesa que si alguna vez era necesario negar limosnas a los pobres, se las arreglaría para no estar presente, ya que no lo soportaba. Santa Margarita, monja dominica, puso tanta delicadeza, refinamiento y cortesía en sus actos de caridad, que la expresión "Esto no es una hoja del libro de la hermana Margarita" se convirtió en un proverbio para caracterizar cualquier cosa que no estuviera bien organizada. Santa Eduvigis, reina de Polonia, servía a los pobres de rodillas y les lavaba los pies. San Esteban, rey de Hungría, y otros hacían lo mismo.