San Francisco Javier, Miguel Cabrera
Día 19
Enero: Perfección
No dejes que pase ninguna ocasión de ganar mérito sin cuidarte de extraer algún provecho espiritual de ella; por ejemplo, a partir de una palabra aguda que alguien pueda decirte; de un acto de obediencia impuesto en contra de tu voluntad; de una oportunidad para humillarte o practicar la caridad, la dulzura y la paciencia. Todas estas ocasiones son ganancias para ti, y debes procurar obtenerlas; y al final de ese día, cuando el mayor número de ellas haya llegado a ti, debes irte a descansar más alegre y satisfecho, como lo hace un comerciante en el día en que ha tenido más oportunidades de ganar dinero; porque en ese día le ha ido bien en sus negocios. — San Ignacio de Loyola
Fue una de las máximas principales que San Juan Berchmans mantenía fija en su mente, como leemos en su vida, el esforzarse por ganar mérito en todo y no dejar que escape ninguna ocasión, por pequeña que sea, si puede serle provechosa. Por esta razón, continuamente buscaba tales ocasiones, y cuando le llegaban de parte de otros, las abrazaba con valentía y alegría sincera, sin notar nunca la falta de discreción y virtud que pudieran revelar en otros, atendiendo solo a su propio avance en humildad. De esta manera, de todo lo que oía o veía, siempre solía extraer algún buen fruto para sí mismo; y así alcanzó la condición de santo, que era precisamente lo que deseaba.
Cuando Santa Matilde fue visitada por el Señor, acompañado por muchos Santos, uno de ellos le dijo: "¡Oh, cuán bendita eres por seguir viviendo en la tierra, debido al gran mérito que puedes adquirir!" Si un hombre supiera cuánto podría merecer en un día, en el momento en que se levantara por la mañana su corazón se llenaría de alegría porque había aparecido el día en el que podía vivir para su Señor y, por Su gracia, aumentar grandemente Su honor y gloria, así como su propio mérito. Esto le daría gran confianza y fuerza para hacer y sufrir todo con extrema satisfacción.
Leemos de San Francisco Javier que se sintió herido por la vergüenza y el auto-reproche cuando se enteró de que los comerciantes habían llegado a Japón con sus mercancías antes que él mismo con los tesoros del Evangelio, para difundir la fe y extender el Reino de los Cielos.
Un Mercedario