Cristo abrazando a San Bernardo, Francisco Ribalta
Día 17
Enero: Perfección
Señor, ¿qué quieres que haga? Aquí está el verdadero signo de un alma absolutamente perfecta: cuando alguien ha tenido éxito en dejar atrás su propia voluntad hasta tal punto que ya no busca, apunta ni desea hacer lo que querría, sino solo lo que Dios quiere. - San Bernardo
Estas fueron las primeras palabras del apóstol San Pablo al reconocer al Señor: "Señor, ¿qué quieres que haga?" Y las pronunció con tanta sinceridad y sumisión de voluntad que, desde ese día en adelante, no tuvo otro deseo ni otra meta que cumplir la Voluntad Divina en todo y a través de todo. Ni en todas las adversidades, trabajos, sufrimientos y tormentos que encontró hubo algo suficiente para disminuir, o incluso en lo más mínimo para sacudir, su constancia y fidelidad.
Santa Juana Francisca de Chantal tenía un deseo tan grande de conocer y seguir la Voluntad Divina que al solo escuchar esas palabras, "Voluntad Divina", se sentía en llamas, como si una antorcha hubiera sido aplicada a su corazón, y permanecía en una especie de tortura hasta que sabía cómo debía entenderlas.
La venerable Madre Seraphina di Dio testifica de sí misma que el Señor le mostró claramente, mediante una iluminación interior, lo bueno que es vivir sin ninguna voluntad propia y entregarse por completo a Su santa voluntad. "Permanecí", dice ella, "plenamente persuadida de que, debido a Su grandeza y perfección, era lo más adecuado para todas Sus criaturas no tener otra voluntad que la de su Dios más amoroso; y que cuando uno ha alcanzado este punto, pertenece totalmente a Dios y disfruta del Paraíso en la tierra.
Un Mercedario