San Juan Berchmans, Desconocido
Día 13
Enero: Perfección
La mayor falta entre aquellos que tienen buena voluntad es que desean ser algo que no pueden ser y no desean ser lo que necesariamente deben ser. Conceivedese el deseo de hacer grandes cosas para las cuales, tal vez, nunca les llegue la oportunidad, y al mismo tiempo descuidan las pequeñas que el Señor pone en sus manos. Hay mil pequeños actos de virtud, como soportar las importunidades e imperfecciones de nuestros vecinos, no resentir una palabra desagradable o una lesión trivial, contener una emoción de ira, mortificar algún pequeño afecto, algún deseo mal regulado de hablar o escuchar, excusar una indiscreción o ceder a otro en nimiedades. Estas son cosas que deben hacer todos; ¿por qué no practicarlas? Las ocasiones para grandes ganancias vienen raramente, pero de pequeñas ganancias se pueden hacer muchas cada día; y manejando estas pequeñas ganancias con juicio, hay algunos que se enriquecen. ¡Oh, cuán santos y ricos en méritos deberíamos hacernos, si supiéramos aprovechar las oportunidades que nuestra vocación nos proporciona! Sí, sí, apliquémonos a seguir bien el camino que está ante nosotros y a hacer bien en la primera oportunidad, sin ocuparnos de los pensamientos de la última, y así haremos buen progreso. -San Francisco de Sales
San Felipe Neri, encendido con el deseo del martirio, había resuelto ir a predicar la Fe en la India. Pero cuando Dios le informó, por revelación, que su India debía estar en Roma, se empleó allí, y al llevar una vida llena de acciones virtuosas se convirtió en un gran Santo.
San Juan Berchmans, en solo cinco años de vida religiosa, alcanzó ciertamente una elevada perfección. ¿Cómo lo logró? Nada más que esforzándose por ser fiel a hacer exactamente todas aquellas cosas que sabía que eran correctas y posibles para él, en el sentido de no descuidar ninguna parte de la perfección que, con la ayuda de la gracia, podría adquirir.
Santa Gertrudis, sintiéndose muy débil un día, decidió hacer un esfuerzo por rezar Maitines. Cuando terminó el Primer Nocturno, otra hermana enferma vino a pedirle que rezara el Oficio con ella; e inmediatamente volvió al principio. Esa misma mañana tuvo una visión en la que vio su alma adornada con joyas de gran valor, y el Señor le dijo que por el acto de caridad que había realizado por Su amor, había merecido este adorno en el cual las joyas igualaban en número a las palabras que había repetido.
Leemos acerca de un joven estudiante jesuita que, una mañana en vacaciones, cuando estaba a punto de salir a pasear con algunos de sus compañeros, fue solicitado por uno de los Padres para que esperara media hora y sirviera Misa, lo cual hizo. Cuando había avanzado más en conocimiento y edad, fue a predicar la Fe entre los infieles y se encontró digno de obtener la gloria del martirio. Luego se le reveló que tan grande gracia le había sido dada por Dios en recompensa por la pequeña mortificación que aceptó al servir Misa.
Un Mercedario