San Ignacio de Loyola, Ruben Ferreira
Día 10
Enero: Perfección
Observa que la perfección no se adquiere quedándonos con los brazos cruzados, sino que es necesario trabajar en serio, para conquistarnos a nosotros mismos y llevarnos a vivir, no según nuestras inclinaciones y pasiones, sino según la razón, nuestra Regla y la obediencia. La tarea es difícil, no se puede negar, pero es necesaria. Sin embargo, con la práctica, se vuelve fácil y placentera. - San Francisco de Sales
Plutarco relata de Licurgo que una vez tomó dos cachorros de la misma camada y entrenó a uno en la cocina y al otro para la caza. Cuando crecieron (un día que iba a dirigirse al pueblo), los llevó al foro, donde arrojó algunos huesos de pescado y al mismo tiempo soltó una liebre. El primero comenzó inmediatamente a roer los huesos, mientras que el otro se lanzó en persecución de la liebre. Entonces Licurgo ordenó silencio y, dirigiéndose al pueblo, dijo: "¿Ven esto? Estos dos perros son de la misma raza, sin embargo, no tienen inclinación a lo mismo, sino a lo que han estado acostumbrados. Tan cierto es que el hábito termina por vencer incluso las inclinaciones más violentas de la naturaleza." Se cuenta de San Ignacio de Loyola que, a través de la lucha continua que había emprendido para mortificarse a sí mismo y soportar pacientemente las contradicciones, había llegado a un punto en el que parecía no tener ninguna inclinación. Lo mismo se ha observado en muchos otros.
Un Mercedario