San Alonso Rodríguez, Desconocido
Día 18
Marzo: Mortificación
"Lo principal en lo que debemos enfocar nuestra atención, para poder mortificarlo y erradicarlo de nuestros corazones, es la pasión predominante; es decir, el afecto, la inclinación, el vicio o el mal hábito que más reina en nosotros, que nos hace sus cautivos, que nos lleva al mayor peligro y que más frecuentemente nos hace caer en transgresiones graves. Cuando se captura al rey, se gana la batalla. Y hasta que hagamos esto, no avanzaremos mucho en perfección". - San Alonso Rodríguez
Un evento del tipo en el que Rodríguez basa su comparación ocurrió, como narra la Sagrada Escritura, en la guerra entre el Rey de Siria y el Rey de Israel. Este último ordenó a todos sus capitanes que no atacaran a nadie en el ejército enemigo excepto al propio rey, juzgando sabiamente que si el rey fuera conquistado, todo el ejército sería vencido. Esto sucedió de hecho, porque cuando el Rey Acab fue derribado, la batalla terminó.
San Ignacio una vez tuvo a un novicio de temperamento fogoso, a quien a menudo le decía: "Hijo mío, conquista este temperamento tuyo, y tendrás en el Cielo una corona más resplandeciente que muchos que son gentiles por naturaleza". Un día, el Padre a cargo acusó a este joven ante él como intractable. "No es así", respondió el Santo; "porque creo que ha progresado más en unos pocos meses que tal persona, que es naturalmente gentil, en un año". El mismo Santo era de temperamento bilioso-sanguíneo. Pero tomó su pasión predominante tan firmemente en mano, y se conquistó y cambió a sí mismo por la gracia de Dios, que fue considerado por todos, incluso por los médicos, como flemático.
San Francisco de Sales confesó que las pasiones dominantes que más le costaba subyugar eran el amor y la ira, y que había conquistado el primero por estratagema, y la segunda por fuerza abierta; es decir, había conquistado el amor desviando su mente y proponiéndose otro objeto de amor; porque decía que como el alma humana no puede existir sin algún amor, todo el secreto radica en darle solo lo que es bueno, puro y santo. La ira, por otro lado, la había subyugado atacándola de frente y nunca cediendo ante ella en absoluto. De ahí que, aunque era naturalmente apasionado, se le considerara de temperamento gentil.
Un Mercedario