San Francisco de Sales, Desconocido

Día 13

Marzo: Mortificación

Las mortificaciones que nos llegan de Dios, o de los hombres por Su permiso, siempre valen más que aquellas que son hijos de nuestra propia voluntad; pues debe considerarse una regla general que cuanto menos intervenga nuestro gusto y elección en nuestras acciones, más tendrán de bondad, solidez, devoción, el agrado de Dios y nuestro propio provecho. -San Francisco de Sales

Adolfo, Conde de Alsacia, al haber ingresado en la Orden de San Francisco, estaba un día recolectando limosnas en forma de leche, cuando se encontró con sus hijos y se sintió avergonzado de su ocupación. Entonces, recordándose instantáneamente, vació la lata de leche sobre su cabeza, diciendo: "¡Desdichado! ¡Te avergüenzas de la pobreza de Jesucristo! ¡Que vean ahora lo que estás llevando!" Después de eso, no sufrió más ninguna tentación similar.

Se narra en las Vidas de los Padres que un anciano ermitaño, al haber oído que se alababa mucho la virtud de un joven monje, decidió ponerla a prueba. Para este propósito, fue a la celda del monje, y entrando en el jardín, que encontró bien cultivado y en excelente estado, comenzó, como si fuera en broma, a destruir con su bastón todas las hierbas y plantas que allí había, no dejando ninguna intacta. Después, según la costumbre de los monjes, comenzaron a recitar Salmos juntos; y cuando esto terminó, el joven, con un aire alegre y modesto, le preguntó al anciano si le gustaría que preparara para él las hierbas que quedaban para su comida. Asombrado ante semejante invitación, él, como respuesta, arrojó sus brazos alrededor de su cuello, exclamando: "¡Ahora veo, hijo mío, que estás verdaderamente muerto a tus inclinaciones, como me dijeron!"

Un Mercedario