Padre Álvarez, Desconocido
Día 26
Febrero: Humildad
A veces, un alma avanza más hacia la perfección al no excusarse que con diez sermones. Pues de esta manera se comienza a adquirir libertad e indiferencia respecto a lo que se diga, ya sea bueno o malo. Es más; mediante el hábito de no responder, se llega a tal punto que cuando uno escucha algo dicho de sí mismo, no parece que le concierna a él, sino más bien como un asunto que pertenece a otra persona. - Santa Teresa de Jesús
El Padre Álvarez, confesor de Santa Teresa, habiendo sido falsamente acusado de una falta grave en una asamblea provincial y seriamente reprendido por ello en público, no dijo nada, ni en público ni en privado, en su propia defensa. Después, Dios recompensó este heroico silencio con favores extraordinarios.
Entre los antiguos monjes, había uno llamado Eulogio, muy humilde y paciente. Por eso, los laxos y negligentes echaban todas sus faltas sobre él; y él, siendo corregido y reprendido por ellas, aceptaba humildemente, sin negación ni excusa, las penitencias que se le daban por ellas y las realizaba con gran paciencia. Los padres mayores, al verlo cada día bajo reprensión, estaban disgustados con él y le dijeron al Abad que debía aplicar algún remedio, pues ya no podían soportar esta situación. El Abad se tomó su tiempo y, en oración, suplicó al Señor que lo iluminara y le enseñara qué debía hacer con este hermano. Entonces Dios le reveló su inocencia y gran santidad. Estuvo extremadamente asombrado por esto, reunió a todos los monjes y les dijo: "Creedme, preferiría los defectos de Eulogio con su paciencia y humildad, a todas las buenas obras y virtudes de muchos otros que murmuran contra él y piensan que ellos mismos están haciendo bien. Y para que veáis cuán grande es la virtud de nuestro compañero, que cada uno traiga aquí el tapete en el que duerme". Cuando todos los tapetes fueron traídos, encendió una buena hoguera y los arrojó todos al fuego. Todos se quemaron al instante excepto el de hermano Eulogio, que permaneció intacto. Entonces, postrados en el suelo, todos pidieron perdón a Dios y concibieron la más alta opinión de su hermano. Pero él se entristeció al ser descubierto y la siguiente noche huyó al desierto, donde sería desconocido; porque sabía muy bien que nadie puede ser honrado en este mundo y en el próximo.
Un Mercedario