Santa Teresa de Jesús, François Gérard

Día 24

Febrero: Humildad

En mi opinión, nunca adquiriremos verdadera humildad a menos que levantemos nuestros ojos para contemplar a Dios. Mirando Su grandeza, el alma ve mejor su propia pequeñez; al observar Su pureza, se da cuenta más de su propia impureza; considerando Su paciencia, siente cuán lejos está de ser paciente; en fin, al dirigir su mirada hacia las perfecciones divinas, descubre en sí misma tantas imperfecciones que gustosamente cerraría los ojos a ellas. - Santa Teresa de Jesús

Esta fue, en verdad, una de las principales fuentes de donde San Vicente de Paúl sacaba esa humilde opinión que tenía de sí mismo, así como su gran deseo de humillaciones. Es decir, las derivaba del profundo conocimiento que tenía de las infinitas perfecciones de Dios, y de la extrema debilidad y miseria de las criaturas; de modo que consideraba una injusticia manifiesta no humillarse siempre y en todas las cosas. En una conferencia un día con sus sacerdotes, habló así: "En verdad, si cada uno de nosotros presta atención para conocerse bien ante Dios, encontrará que es lo más justo y razonable despreciarse y humillarse. Porque, si consideramos seriamente la inclinación natural y continua que tenemos hacia el mal, nuestra incapacidad natural para el bien, y la experiencia que todos hemos tenido de que incluso cuando pensamos que hemos tenido éxito en algo y que nuestros planes son sabios, la realidad a menudo resulta muy diferente de nuestras anticipaciones, y Dios permite que se nos considere carentes de juicio; y que, finalmente, en todo lo que pensamos, decimos o hacemos, tanto en la sustancia como en las circunstancias, siempre estamos llenos y rodeados de motivos de humillación y confusión, ¿cómo no nos consideraremos dignos de ser repulsados y despreciados al reflexionar sobre tales cosas, y al vernos tan lejos de la santidad y las sublimes perfecciones de Dios, y de las maravillosas operaciones de Su gracia, y de la vida de Cristo nuestro Señor?"

Un Mercedario