Día 13

Febrero: Humildad

Cuando uno es muy notable por la virtud, verdaderamente grande ante Dios, y favorecido y estimado por Él, pero aún así permanece pequeño y vil a sus propios ojos, aquí está esa humildad tan agradable a Dios y tan rara entre los hombres, que se encontró más perfecta en la Santísima Virgen, quien, al escuchar que fue elegida para ser Madre de Dios, se reconoció a sí misma como sierva y esclava. - San Bernardo

Santa María Magdalena de' Pazzi fue un admirable ejemplo de esto. Aunque había alcanzado una alta perfección y santidad y se veía enriquecida por Dios con gracias y favores extraordinarios, incluso con el poder de obrar milagros; aún así, tenía tan baja estima y tan pobre opinión de sí misma que asombraba a quienes la conocían. Ni esto era un mero producto de la imaginación o palabras vacías, sino que era verdadero y sincero, y quedaba claramente demostrado por un éxtasis, en el cual el Señor le mostró la fuerza y la virtud que tenía la intención de comunicarle contra las fieras tentaciones que había sufrido del diablo, y ella irrumpió con estas palabras: "¡Qué confusión para mí! ¡Que sobre la criatura más baja y vil de la tierra, como yo soy, tú decidas otorgar la inmensidad de los tesoros de tu liberalidad y misericordia!"

Fue lo mismo con San Vicente de Paúl. Aunque sus virtudes eran conocidas por todos, a pesar de los artilugios que utilizaba para ocultarlas, para él solo permanecían desconocidas; porque, al poner continuamente su propia bajeza ante sus ojos, cortaba la visión de ellas; de modo que, aunque era rico y abundante en virtudes y dones celestiales, siempre se consideraba pobre, necesitado y desprovisto de todo bien espiritual. De ahí provino el título que solía darse a sí mismo: "Este pobre desdichado."

Cuando Santa Teresa reflexionaba sobre los favores que recibía de Dios en tan gran abundancia, se humillaba más por causa de ellos, diciendo que el Señor sostenía su extrema debilidad de esta manera, y que estos apoyos demostraban cuán grande era su tendencia a caer, como una casa se muestra tambaleante por los refuerzos colocados para sostenerla.

Un Mercedario