San Pablo en prisión,  Rembrandt

Día 28

Abril: Paciencia

Si consideráramos las tribulaciones con el ojo de un cristiano, y despejáramos por completo de nuestras mentes esas nieblas de sabiduría mundana, que se oponen a los rayos de la Fe y no permiten que penetren en lo más profundo de nuestras almas; ¡cuán afortunados nos consideraríamos al ser calumniados y considerados no solo como ociosos e incapaces, sino incluso como malos y viciosos! ¿No es, de hecho, una gran felicidad ser perseguidos por hacer el bien, cuando Cristo ha llamado bienaventurados a aquellos que sufren por la justicia? - San Vicente de Paúl

Por esta razón, los Apóstoles se iban alegres y contentos cuando se veían asediados y perseguidos por los principales hombres de las sinagogas. San Pablo, también, dice de sí mismo que en tales tribulaciones, su corazón estaba lleno de consuelo y alegría porque sabía, por la luz de la fe, cuán grande era el valor y las ventajas de las tribulaciones y pruebas.

Cuando un día el Hermano Junípero fue insultado con algunos comentarios groseros, recogió los pliegues de su hábito, y extendiéndolo con ambas manos, dijo: "Vamos, échenlos dentro, y sin temor llenen este regazo de alegrías".

El Padre Álvarez, al enterarse de una grave calumnia que se había difundido en su contra, dio muestras de gran alegría, y dijo a quien le había dado la información, y que lo miraba con asombro: "Ahora veo que Dios me quiere bien, pues me está guiando por el camino de los más queridos para Él".

Un director de la Venerable María Seráfica, a quien ella reveló toda su vida, testifica de ella que en todos los insultos y burlas que había sufrido, en la mala interpretación que otros habían puesto en sus buenas obras, y en todas sus otras pruebas, nunca cedió a la impaciencia ni mostró señales de vexación, sino que todo lo soportó con la mayor paz y tranquilidad tanto interna como externa, siempre alabando y bendiciendo a Dios por la ocasión que le daba para ejercitar la paciencia. Una vez, cuando recibió en la reja muchos reproches y amenazas, que soportó con la más perfecta tranquilidad de corazón y serenidad de semblante, una de sus monjas, que había escuchado y visto todo con gran asombro, le preguntó cómo se sentía, y ella respondió alegremente: "¡Bendito sea Dios! ¡Soy toda flores y alegrías! ¡Bendito sea Dios!" Su manera de sentir en tales casos se hizo tan conocida para todos en el convento que cuando la veían regresar de la reja con un rostro brillante, alabando y bendiciendo a Dios, solían decir: "Nuestra Madre debe haber atrapado algo bueno hoy", lo que significaba que recibió alguna cruz; y cuando preguntaban después qué había sucedido, encontraban que así era. Los sirvientes, también, habían notado este rasgo incluso antes de que ella dejara la casa de su padre, y así, cuando alguna enfermedad o problema le llegaba, decían: "¡Ahora ha llegado tu día, este es tu jubileo!"