Santa Clara ahuyentando a los infieles con la Eucaristía, Isidoro Arredondo

Día 26

Abril: Paciencia

Aprended, hermanas mías, a sufrir algo por amor a Dios, sin dejar que todos lo sepan.

- Santa Teresa de Jesús

En un Viernes Santo, el venerable Padre Daponte pidió a Nuestro Señor el favor de compartir sus sufrimientos. Él respondió enviándole terribles dolores por el resto de su vida, los cuales recibió con la mayor alegría posible. Una vez le preguntaron cómo se sentía, y él respondió: "¡Oh, cómo castiga Dios a este pecador! Te digo que excepto mi cabeza, ninguna parte de mi cuerpo está sin su propio dolor particular." Poco después, se arrepintió de haber dicho tanto, y hizo un voto de nunca revelar sus sufrimientos a nadie, cuando pudiera ocultarlos sin desagradar a Dios.

San Felipe Neri, en sus enfermedades, que fueron largas, severas y frecuentes, siempre fue visto con un semblante alegre y una frente serena; nunca dio ningún signo de dolor, por grande que fuera, ni habló de su enfermedad, excepto a los médicos.

Durante veintiocho años, Santa Clara sufrió graves enfermedades, y en todo ese tiempo nunca se quejó de sus sufrimientos, sino que, en cambio, le agradeció a Dios por ellos.

Se cuenta en las Vidas de los Padres que cuando el Abad Esteban estuvo enfermo, sus compañeros le hicieron una torta frita pero usaron, por error, un tipo de aceite muy amargo. El santo Abad percibió esto al probarlo, pero comió un poco, sin decir nada. Cuando hicieron otro de la misma manera, el Abad lo probó también y lo dejó sin decir nada. Esto habría continuado más tiempo si su compañero, deseando tentarlo a comer por ejemplo, no hubiera tomado un trozo él mismo. Cuando percibió lo amargo que era, se afligió mucho; pero el Abad dijo: "No te preocupes por eso, hijo mío, porque si Dios no hubiera querido que confundieras un tipo de aceite con otro, no lo habrías hecho".

Santa María Magdalena de' Pazzi inventó una gran y secreta mortificación, que después practicó el resto de su vida. Cuando notaba que sus Superiores, por consideración a su salud, intentaban darle comida que más le gustaba, ella mostraba preferencia por lo que le resultaba desagradable y desagradable a su gusto, y hacía parecer que aquellas cosas que realmente deseaba eran objeto de aversión y le harían enfermar. Y así sucedía que a menudo le daban lo que no le gustaba, y lo que hubiera sido de su agrado le estaba prohibido. Como recompensa por esto, disfrutaba de una paz imperturbable en el alma y de la constante presencia de Dios.