Santa Aldegunda, Desconocido
Día 19
Abril: Paciencia
Hay algunas personas enfermas que se afligen y lamentan no tanto por sus propios problemas, sino por lo que causan a quienes los rodean, y porque no pueden ocuparse en buenas obras, y especialmente en la oración, como lo hacían cuando estaban bien. En esto se engañan grandemente, porque en cuanto al problema que causan a los demás, quien es verdaderamente paciente desea todo lo que Dios desea, y de la manera y con los inconvenientes que Él desea; en cuanto a las obras, un día de sufrimiento llevado con resignación vale más que un mes de grandes trabajos; y en cuanto a la oración, ¿qué es mejor: permanecer en la Cruz con Cristo, o quedarse al pie de ella y contemplar Sus sufrimientos? Además, ofrecer al Señor Su propia debilidad, recordar por quién fue sufrida, y conformarnos a Su santa voluntad, ciertamente es una oración muy excelente. - San Francisco de Sales
Este Santo soportaba bien no solo las aflicciones y pruebas que le sobrevenían, sino también sus consecuencias, como las molestias que sus enfermedades causaban a quienes le atendían o vivían con él. Y en todas las demás cosas era lo mismo.
El Padre Álvarez vio, en éxtasis, la gran gloria que Dios había preparado para una monja que fue probada por una enfermedad muy grave, que soportó con toda la paciencia posible. Dijo que ella había merecido más en ocho meses de enfermedad que algunas personas sanas y devotas en muchos años.
Santa Aldegunda, habiendo sido advertida del día de su muerte, rogó al Señor que le enviara primero alguna enfermedad dolorosa, para que purificada por ella, pudiera volar más ligera al Cielo. Fue escuchada, porque le sobrevino una fiebre aguda con un dolor muy agudo. En este estado se regocijaba, considerando la fiebre como un frescor refrescante; el dolor, consuelo; y los sudores, un baño calmante con el que sería completamente purificada para su vuelo al Cielo.
Mientras San Francisco sufría un dolor muy agudo en sus ojos, daba constantemente gracias a Dios y le oraba por perseverancia en Su servicio. Un día, el Señor le dijo: "Alégrate, Francisco, porque el tesoro de la vida eterna está reservado para ti, y estos dolores son una prenda de ello."
Cuando San Vicente de Paúl estaba gravemente enfermo, solía practicar un método de oración que era fácil y agradable, y al mismo tiempo provechoso. Consistía en permanecer tranquilamente en la presencia de Dios, sin aplicar forzosamente su intelecto a ninguna consideración, solo excitando su alma a frecuentes actos de resignación a la voluntad de Dios, confianza, amor o acción de gracias.