San Gregorio, Juan de Nanda
Día 22
Diciembre: Unión
Un alma que está adherida a cualquier cosa, si no es por Dios, jamás llegará a la libertad de la divina unión. Importa poco que un ave esté prendida por una cuerda o por un hilo; mientras no rompa los lazos de cualquier naturaleza que sean, no podrá volar libremente. ¡Ay, cuántas almas se podrían comparar con ricos navíos cargados de buenas obras, ejercicios espirituales y virtudes! Sin embargo, no llegarán jamás a tierra o al puerto de la perfecta unión con Dios, porque no tienen valor para romper esas ligeras cadenas. San Juan Crisóstomo
Está relacionado en la Vida de San Gregorio que un hombre rico dejó el mundo y se retiró a un bosque, llevando consigo, para proporcionarle algo de recreo en esa soledad, solo un pequeño gato, ya que lo amaba y lo acariciaba a menudo. Después de vivir así durante algunos años en un constante curso de oraciones y penitencias, le rogó al Señor que se dignara mostrarle qué recompensa le estaba preparada. Entonces Dios le reveló que podía esperar un lugar en el Cielo igual al que recibiría el Papa Gregorio. El buen ermitaño se entristeció mucho por esta información y no podía entender por qué alguien que lo había dejado todo por Dios y lo había servido con tanta austeridad no recibiría una recompensa mayor que alguien que vivía en medio de riquezas y lujos. Pero el Señor le abrió los ojos al mostrarle que estaba más apegado a su gato que Gregorio a todas las riquezas y honores que disfrutaba; y que la perfección consiste precisamente en desapegarse de todo lo que no es Dios.
Las monjas de la Visitación hacen una profesión especial de desapego de todo, ya que no pueden apropiarse ni del más pequeño artículo, ni siquiera de una aguja. Mantienen este excelente espíritu en su pleno vigor y evitan apegarse a cualquier objeto; su Regla les exige intercambiar entre sí cada año los artículos que utilizan, sus habitaciones, libros, muebles, todo, incluso las cruces que llevan sobre sus pechos.
Oración final
Dios mío, tú eres el Dios de mi corazón, no deseo sino a ti. Aspiro al cielo porque solo en el cielo te puedo amar perfectamente.
Abad Lasausse